Caía la tarde del viernes y la Plaza de Mayo exhibía sus monumentos a los turistas errantes. Ya se habían retirado las agrupaciones de izquierda que con su marcha buscaban mantener vivo el recuerdo de la tragedia de 2001 ante la indiferencia del entorno. Una minoría movilizada e ideologizada frente a una mayoría desconectada que buscaba escapar del pasado. No había gremios ni movimientos sociales. El conurbano no daba señales de alerta. “¿Te das cuenta de que es 20 de diciembre y no está pasando nada? Otros años esto era una caldera”, contrastaba, relajado, un funcionario desde la Casa Rosada.